En los últimos años, las Inteligencias Artificiales Generativas (IAG) han revolucionado la forma en que interactuamos con la tecnología y el arte. Estas poderosas herramientas pueden crear contenido original, desde imágenes y música hasta textos y diseños, sin intervención humana directa.
A medida que las IAG se vuelven más sofisticadas, surge un debate sobre cómo se deben proteger los derechos de autor en un contexto donde las máquinas producen obras intelectuales. En este artículo, exploraremos las implicaciones legales y éticas de las IAG en relación con los derechos de autor y cómo las licencias Creative Commons pueden desempeñar un papel crucial en este panorama en evolución.
IAG y derechos de autor: ¿Quién es el autor?
La pregunta clave cuando se trata de IAG y derechos de autor es: ¿quién es el autor de la obra generada? En la mayoría de los sistemas legales, los derechos de autor protegen a los creadores humanos y otorgan la exclusividad para reproducir, distribuir y explotar sus obras. Sin embargo, en el caso de las IAG, no existe un autor humano directo, lo que plantea dudas sobre cómo se deben aplicar los derechos de autor.
En algunas jurisdicciones, se ha argumentado que el programador o dueño de la IAG debe considerarse el autor, ya que fue quien creó la herramienta que produce la obra. Por otro lado, hay quienes argumentan que la IAG misma debe considerarse el autor, ya que es la que genera el contenido de manera autónoma. Esta cuestión aún no tiene una respuesta definitiva, y se necesita una revisión legal más profunda para aclararla.
Licencias Creative Commons y las IAG
Las licencias Creative Commons (CC) ofrecen un enfoque alternativo para proteger los derechos de autor en el contexto de las IAG. Las CC son una serie de licencias flexibles que permiten a los autores mantener ciertos derechos mientras permiten a otros utilizar su trabajo de formas específicas. Estas licencias ofrecen un enfoque más colaborativo y de acceso abierto al contenido, permitiendo que las obras generadas por IAG sean compartidas, reutilizadas y modificadas bajo ciertas condiciones.
Una de las ventajas de las licencias CC en relación con las IAG es que pueden ser adaptadas para abordar las peculiaridades de la autoría generada por máquinas. Los autores pueden elegir entre una variedad de condiciones, como la atribución, no comercialidad, no derivados y compartir igual. Por ejemplo, un artista que utilice una IAG para generar imágenes podría optar por licenciar su obra bajo una licencia CC que exija la atribución al autor original, pero permita el uso no comercial y las modificaciones.
El desafío de la responsabilidad y ética
Si bien las licencias CC ofrecen una solución a la cuestión de los derechos de autor en el contexto de las IAG, aún persisten desafíos éticos y de responsabilidad. Por ejemplo, ¿quién es responsable si una IAG infringe los derechos de autor de otra obra preexistente al generar contenido similar o idéntico?
Además, las IAG también pueden ser entrenadas utilizando grandes cantidades de contenido con derechos de autor, lo que plantea preocupaciones sobre la infracción de derechos de autor por parte de las propias IAG durante el proceso de generación. Aunque los desarrolladores deben procurar usar contenido legal y licenciado adecuadamente para entrenar a las IAG, existen riesgos inherentes de mal uso.
Ya para finalizar…
Concluimos reflexionando que aunque las Inteligencias Artificiales Generativas representan un emocionante avance tecnológico en el mundo del arte y la creatividad, también plantean desafíos legales y éticos en lo que respecta a los derechos de autor. Las licencias Creative Commons ofrecen una vía para abordar estos desafíos, permitiendo una colaboración más abierta y transparente en el uso de obras generadas por IAG. A medida que la tecnología continúa evolucionando, es esencial un diálogo continuo entre los creadores, legisladores y desarrolladores de IAG para garantizar un enfoque equitativo y ético para proteger la propiedad intelectual en esta nueva era de la creatividad asistida por máquinas.
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La redacción del texto se ha realizado en diálogo con herramientas de inteligencia artificial.