Este artículo es el primero de una serie en el que intentaremos brindar algunas orientaciones básicas para mejorar la inclusión de una biblioteca digital en estos tiempos de pandemia (y los que se vienen).
Comencemos a reflexionar sobre qué es la inclusión digital. Al respecto, diremos que en las tendencias más actuales inclusión digital es aquella cualidad que hace que algo digital (producto, servicio o contenido) sea universal y comprenda la diversidad. Pasemos a desgranar …
La universalidad está relacionada con la accesibilidad de todas las personas desde la consideración de sus características personales y también, desde todos los contextos.
Primer aspecto: la universalidad en relación con las personas
Desde el foco de sus características personales, la universalidad comprende a todas las personas con todas sus posibilidades y características: con y sin dificultades. En este sentido, diremos que la inclusión digital amplía la idea tradicional de accesibilidad que hacía mayor hincapié en las personas con alguna dificultad y/o discapacidad específica (sensorial, cognitiva, motora, de la edad, sicosocial). Otro aspecto en relación con este punto son los idiomas o los dialectos de las personas que, en algunas comunidades resulta determinante para el acceso a la información.
Segundo aspecto: la universalidad en relación con los contextos
Desde la mirada de los contextos, la universalidad se relaciona con accesibilidad a la información más allá de las brechas tecnológicas. Llegado a este punto, resulta acertado pensar que las bibliotecas digitales deberían poder resolver las necesidades de información de todas las personas de la comunidad tengan o no dispositivos digitales y tengan o no la posibilidad de conectarse a las redes necesarias (energía eléctrica e Internet). Esto cobra mayor importancia en los actuales contextos de pandemia donde se produce una separación física entre la comunidad y sus instituciones y los usuarios deben acudir a las bibliotecas digitales para informarse.
Estos dos aspectos, características personales y contextos están relacionados con la accesibilidad: un atributo obligatorio para la información y los contenidos digitales a través de Internet.
Tercer punto: las diversidades de las personas en la comunidad
El tercer punto a considerar es la diversidad de las personas que integran la comunidad. Esta diversidad abarca, entre otros, sus intereses, hábitos y preferencias de lectura y uso de la información. Este aspecto es de suma importancia puesto que se relaciona estrictamente con la fidelización de los usuarios y usuarias a la biblioteca afectando directamente las percepciones de las personas y su sentidos de pertenencia a la institución y por ende, a la comunidad.
Algunos de los factores a considerar aquí son las necesidades de información, las preferencias de lectura, los hábitos de uso de los dispositivos y formatos, la popularidad de unas redes sociales por sobre otras, los saberes previos y los niveles de alfabetización informacional y digital de las personas, los códigos de comunicación (lingüísticos, gestuales, gráficos) de la comunidad, las concepciones sociales, políticas y religiosas, los consumos culturales…
Comprender y atender la diversidad se relaciona con la usabilidad, un atributo altamente recomendable por su incidencia en la percepción de la biblioteca, en los usuarios, como un servicio estratégico, por encima de otros, para el logro de sus objetivos.
¿Y ahora qué hacemos y cómo lo hacemos?
Sin duda, luego de haber leído los párrafos anteriores te preguntes: ¿Cómo se hace para lograr una biblioteca digital realmente inclusiva sin incrementar los recursos actuales de la institución en estos tiempos de crisis y pandemia? Quizá hayas oído hablar del Diseño Universal y la Experiencia de Usuario… pues, ¡a ello vamos en los próximos artículos!

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